Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec
Despierto temprano con ganas de nuevas aventuras, y me voy directamente hacia la estación del metro Gato Negro al oeste de Caracas, donde precisamente en la salida de dicha estación (Av Sucre/Ruperto Lugo) se encuentra la parada de los autobuses que te llevan hasta el Estado Vargas. Mi destino era Naiguatá, así que tuve que tomar uno de estos buses con dirección a Playa Caribe, el recorrido es de aproximadamente 40 minutos, todo depende del tráfico.
Me bajo en Playa Caribe y camino al rededor de 15 minutos bajo un sol mañanero hacia la parada de los buses que van hacia Naiguatá (en realidad, el bus que se toma en Gato Negro llega a esta parada, pero me baje antes de tiempo, y por eso tuve que caminar) me monto en el bus que me lleva directamente al pueblo de Naiguatá
Naiguatá es un pueblo pequeño y muy bonito, me da la impresión de que todos allí se conocen, el autobús te deja en la parte baja del pueblo, yo necesitaba ir a la parte de arriba, cerca de las 4 esquinas, hasta allá se llega en mototaxi, era mi primera vez montado en una moto, pase uno de los mas grandes sustos puesto que las calles son uff, muy empinadas, pareciera que en un momento se va pal' cielo
La parte de arriba del pueblo es bastante colonial y tengo que decir que muy bonita también (siento debilidad por los pueblos coloniales, con sus grandes ventanas, y sus colores tan típicos) allí me encuentro con la mamá de una amiga de mi hermana quien me brinda desayuno y también un recorrido por varias partes del Litoral, después de un buen plato de arepa, con caraotas y queso salimos en su carro vía Anare. El camino se hace cercano al mar, las playas son muy limpias porque en su mayoría, los bañistas capitalinos prefieren ir a las playas mas cercanas (Playa los cocos, Playa Caribe, etc)
Cabe destacar que toda esa zona fue la mas afectada aquel trágico diciembre de 1999. Llegamos también a una pequeña comunidad mas lejos aun que Anare en la que se grabó una novela venezolana, su nombre es Pueblo Esperanza. Mas tarde decido bañarme en las aguas de Naiguatá, quizás sea por haber tenido mas de un año que no sabia lo que era playa, pero no me había sumergido en unas aguas tan ricas, allí mismito, a orillas de la playa me quedo largo rato, observo el atardecer, el anochecer, y regreso a medianoche a casa de mi guía ese día, quien también me dio hospedaje esa noche, y al día siguiente termina mi recorrido cuando regreso a Caracas.
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