Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad
Emprendí un viaje a Tailandia con la intención de reconectar espiritualmente con la energía universal, visitar templos, practicar mi meditación diaria y enfocarme en el momento presente. Por trabajo tuve que salir de Tailandia mucho antes de lo que esperaba y por complicaciones logísticas relacionadas a vuelos de conexión y visas no pude volver, y no pude lograr lo que esperaba. Emprendí un viaje a Nepal y puse mi intención en aprovechar la oportunidad para reconectar con mi espiritualidad en esta tierra en la que nació el mismo Buda, y quizá uno de los territorios más espirituales del mundo, después de India. El viaje tuvo más complicaciones que el anterior. Enfermé de salmonela por contaminación en alimentos, me infecté de Covid, se activó el helicobapter, la mononucleosis y el citomegalovirus. Mi cuerpo se debilitó tanto que solo esperaba con ansias mi regreso a casa. En Nepal tampoco pude lograr lo que esperaba, pero Nepal me enfrentó con una realidad que luego me ayudaría a logra