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Cosas que he Aprendido a un Año de Vivir en Caracas

Así son los amaneceres desde donde vivo.

¡Ay Caracas! Vas a una velocidad muy rápida. Ya hace un año que vivo en la Capital, a donde tuve que mudarme en la búsqueda de oportunidades, que en el interior del país son escazas. Muchas puertas nuevas se me han abierto desde que tomé la decisión, agradezco eso, y muchas experiencias tanto positivas como negativas he tenido mientras camino tus calles, agradezco esto también, porque siento que he aprendido y han sido experiencias que me han hecho crecer como persona y tener una visión totalmente diferente de lo que llamamos vida.

He aprendido que no se puede confiar en nadie pero tampoco se puede desconfiar de todos, Caracas está llena de gente muy buena pero también de gente no tan buena ¿Cómo saber cuál es cuál? El sentido lo vas afinando una vez te los vas encontrando. 

He aprendido que en pleno siglo XXI y en un país donde realmente todos somos una mezcolanza de razas, problemas como el racismo siguen estando presentes; esta es quizás de las enseñanzas más duras que he tenido en Caracas y que me tocó vivirlo en primera persona en una zona ‘high’ de la Capital, pero que también he presenciado en zonas populares del Oeste caraqueño.

He aprendido a “despertar” a los que se hacen los dormidos en el metro con tal de no darle el asiento a una mujer embarazada, a una persona mayor o a algún discapacitado.

He aprendido a poner el corazón duro frente a todas las personas que se montan en el metro a pedir dinero. Llevo un año viviendo en Caracas y veo a la misma persona montándose todos los días porque ayer se le murió un familiar en Barinas y necesita completar para el pasaje. 

He aprendido que la estación del metro  Plaza Venezuela forma guerreros, no hay peor forma de empezar el día que en esta estación. Es donde me quedo todos los días, o al menos intento quedarme porque en ocasiones ni siquiera me dejan salir.

He aprendido que Google Maps fue y es mi mejor aliado. Lo usaba todos los días los primeros dos meses, ahora solo lo uso cuando necesito llegar a un lugar al que no tengo ni más remota idea de donde me puede quedar porque aquí en Caracas nadie sabe de direcciones, nadie conoce dicho lugar, pasan todos los días por allí pero no saben cómo se llama esa calle, en fin, gracias Google Maps.

He aprendido que las diferencias de cultura y de idioma no importan, cuando me vine a Caracas nunca me imaginé que me tocaría darle clases de español a un chino que estaba de paso por Venezuela haciendo obras de caridad y viajando como mochilero, me enseño de su cultura y de su religión, el budismo. Hace poco me entere que ha recorrido toda Suramérica y está ahora en Argentina.

He aprendido que aquí nadie camina rápido, todos van a una lentitud increíble, bajan las escaleras con la mayor flojera del mundo y además se interponen con el libre tránsito del lado izquierdo de las escaleras del metro, esto es realmente frustrante.

He aprendido el por qué los caraqueños aman el Ávila. Si eres del interior del país, como yo, cuando escuchas a un caraqueño decir que ellos tienen la mejor montaña del país, puede ser irritante, pero… no, no es la mejor montaña del país, pero sin duda alguna tiene un encanto único, unas vistas espectaculares y no solo de Caracas sino también del Mar Caribe, tiene unos senderos maravillosos y una tranquilidad que contrasta con la inquieta Caracas. 

He aprendido que quien ama a los bebes es porque no los ha escuchado llorando en el metro a las 6:00 pm cuando además hay retraso y lo único que quieres es llegar a casa.

He aprendido a tocar puertas, porque si no, no se abren. Cuando me vine a Caracas me traje conmigo muchas aspiraciones, además de los viajes me gusta la política y la diplomacia, y con muchas sonrisas y un por favor adelante he conocido más de este mundo de primera mano, hace un año no me podía imaginar bebiendo un poco de vino tinto con un embajador en algún lugar.

He aprendido el valor de la palabra “Gracias”. Es una palabra que abre muchas puertas, “ser agradecidos es de hombre bien nacidos” me dijo el periodista Manuel Sainz cuando lo conocí, desde entonces no se me ha olvidado y es una palabra que aplico mucho hoy por hoy, pero sin restarle significado y valor.

Y por último, he aprendido que la familia se valora mucho más cuando estas lejos. Esos abrazos de mamá y de hermanos, los consejos de papá, tu perro (porque también forma parte de la familia) que se vuelve loco como una cabra cuando te ve, la comida  calientica, esa cama de tus padres que es más rica que la tuya, las películas en familia y esos momentos que solo en familia se comparten.


Todo es aprendizaje, hoy puedo decir que sé mas que ayer pero menos que mañana, si he aprendido todo esto y muchas cosas más en un año, no puedo esperar para ver que me trae el próximo. 

Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCdV9SsMo1EN4xyTvlX2TL6g/featured

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