Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabe...
Me parece una locura que ya tenga casi un año viajando por mi país. Los días pasan rápido cuando te diviertes, eso dicen. Después de 10 meses viajando por Venezuela de mochilero son muchas las cosas que he aprendido. En esta lista solo les comentaré cinco de esas cosas.
1- He aprendido que mis convicciones son fuertes. Fue en
Lara, yo esperaba el bus en un caserío –realmente parecía estar en medio de la
nada- para ir a La Cascada del Vino y llegó un grupo de muchachos que también
iban a la Cascada con la intención de acampar, mientras conversábamos ellos me
ofrecieron marihuana, como si nada ellos sacaron un par de porros y comenzaron
a fumar. Yo pude haberlo hecho, estaba a cientos de kilómetros de casa, nadie
me conocía pero NO. Rechacé. Eso no es lo que ando buscando, eso no me llama la
atención, eso no es lo mío. No soporto siquiera el humo de cigarro. Esta no es
la forma en la que quiero “volar”.
2- He aprendido a zafarme de situaciones peligrosas. Estaba
en el terminal de Maturín (Monagas), ya había comprado mi pasaje para regresar
a casa. De pronto se me acerca un señor, aproximadamente 30 años. Me dice que
le mataron a un primo, me da el nombre del supuesto asesino, me dice que el
hombre está en el terminal, me pregunta que si lo conozco. Ya yo estaba nervioso.
No recuerdo como sucedió pero de pronto me dice que afuera están sus primos en
una camioneta, que yo no diga nada, me dice que me llevará con sus primos. Sin
más, me levanto, me despido y le pedí a una señora que vendía pasajes si me
podía quedar con ella allí, le comenté la situación, me dio una silla hasta la
hora en la que salió mi autobús. En estos casos, lo más importante es mantener
la mente en calma, evaluar la situación, no ponerse nervioso y pedir ayuda. Ya
había pasado por una situación similar en Cumaná (Sucre) en la que un señor me
estaba persiguiendo, pedí ayuda a seguridad, afirmativamente el tipo me estaba
siguiendo y tuve que salir escoltado por la Guardia Nacional del lugar.
3- He aprendido a valorar más las pequeñas cosas. Cosas que
forman parte de nuestra cotidianidad pero que pocas veces nos detenemos a
admirar y agradecer. He aprendido a valorar y a disfrutar de ese arroyo, de la
poza, de la naturaleza, del aire puro, de los colores del cielo, del amanecer,
del atardecer, de la Vida. Eso suena muy hippie, pero es la verdad. Disfruto
acampando, pero haciéndolo he aprendido a valorar más mi cama, mi almohada, la
ducha, la comida de casa y la buena compañía.
4- He aprendido a confiar más en las personas. Desde
pequeños nos dicen que a los extraños no se les debe aceptar nada. Si hubiese
tomado ese consejo hubiese tenido que caminar muchos Kilómetros cuando Rafael
me estaba ofreciendo la cola, me hubiese
acostado sin comer de no ser por la Señora Zenaida que me ofreció un dulce. Ciertamente hay gente mala pero no todo el
mundo lo es, además uno aprende también a distinguir de quien viene con buenas
o con malas intenciones.
5- He aprendido que el amor a primera vista si existe. Viajando
me he enamorado unas cuantas veces. ¿A quién no le ha pasado? –Espero no ser el
único-. Pasa de repente, sin anestesia, no avisa. Quien lo ha experimentado
sabe cómo es. Lo triste es tener que decir adiós, bye o au revoir.
Pronto iré añadiendo mas listas como esta para evaluar las cosas que he aprendido viajando. Si tu también viajas ¿Que tal si me dejas en los comentarios lo que tú has aprendido en tus viajes?
Pronto iré añadiendo mas listas como esta para evaluar las cosas que he aprendido viajando. Si tu también viajas ¿Que tal si me dejas en los comentarios lo que tú has aprendido en tus viajes?
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