Inaugurado
en diciembre de 1951 el Mercado de Catia se planta en lo que anteriormente era
conocido como la Avenida España, hoy Boulevard de Catia. Este Monumento
Histórico Nacional –declarado así en 1994- es hoy por hoy referencia del catiense,
y lugar preferido para hacer las compras de la semana.
Los
días de semana la afluencia de personas es poca pero los fines de semana está
atiborrado de personas. Es bastante limpio considerando que es un mercado
popular y los vendedores parecen conocerse entre todos. Uno le cuida el puesto
al otro y entre todos se cuidan cada uno.
Las
frescas verduras abundan, son en su mayoría traídas de los andes venezolanos,
los vendedores son en su mayoría inmigrantes españoles y portugueses. Tuve la
oportunidad de hablar con la señora María Do Santos –portuguesa- quien me
cuenta que hace años que vende sus verduras allí en el mercado. Ofrece lechuga,
repollo, tomates y más. Con gusto les atenderá, es una persona maravillosa.
Sigo
mi camino y me encuentro con un local donde venden mis favoritos, los
condimentos. Sus olores impregnan el lugar. Comino, pimienta, laurel, albahaca,
de todo lo que puedas imaginar. Más adelante, en un rincón, te encuentras con
la venta de plantas medicinales. El venezolano siempre ha sido creyente –en parte-
de la medicina tradicional pero la escasez de medicina ha hecho que su consumo
se haya visto incrementado. El venezolano le busca la solución a todo. Si
tienes padecimientos renales o vómitos, vas y compras albahaca morada y si estás
pasando por una mala racha, vas y
compras tu cariaquito morado, te aseguro
que aquí puedes encontrar una planta para cada problema que tengas.
Me
llama la atención un local donde mucha gente se aglomera para pedir y escucho
“Dame una bomba”, “un 3 en 1 con ojo”, “yo quiero una voladora”, me acerco y
veo que lo que venden son jugos. Pero no son jugos normales. Son jugos
repotenciados. Quiero tener más información sobre el local, sus propietarios y
los jugos que ofrecen pero la –terrible- atención contrasta con la calidad de
sus jugos. Pareciera que a muchos vendedores venezolanos se les olvidó como
tratar con clientes.
Me
pedí una “voladora”, lo único que sé es que tenía entre sus ingredientes un ojo
de ganado. Pensé que saldría necesitando comprar la albahaca morada para los
vómitos, pero la verdad no fue así. Calidad de jugo. Espeso, con sabor a fresa
y un poco de piña. Es como un Gatorade endógeno. Me dio la energía para seguir
en el día. Es como un almuerzo. Muy bueno. Lo recomiendo. No sé a qué sepa un
ojo de ganado pero el jugo sabía muy rico.
Dicen
que un lugar se conoce por sus sabores, espero volver a este mercado pronto
para ver con que me sorprendo. Me comentaron que en la segunda planta de esta
edificación hay unos puestos de comida que necesito conocer, con comida de todo
tipo: marabina, andina y criolla. Cuando me llegue les cuento y así me
acompañan a viajar por mi país también a través de sus sabores.
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