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Sobre la búsqueda de mis orígenes

Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de  patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad

Río Chico: Un Pueblo que Nunca Olvido

Esta población mirandina es la tierra del trabajo fuerte, la tierra del cacao, de los tambores, de las playas, la tierra de San Juan. Río Chico está ubicado al Noreste del estado Miranda a donde llegaron los negros esclavos que habían sido traídos desde África para el trabajo forzoso en las haciendas cacaoteras de lo que se conoce hoy como Barlovento donde se produce el mejor cacao del mundo.

La recorrí completica gracias a “Saltaparriba”, un señor con una gracia infinita y una amabilidad tan increíble que me encontré mientras él pescaba en los Canales de Río Chico. Me di cuenta que era muy popular en Río Chico, todos lo conocían y a todos me presentaba. Me contó que fue camionero, que recorrió toda Venezuela, que ahora es locutor, entre otras cosas. No sé si sea una virtud pero la gente que conozco está dispuesta a contarme su vida y a desahogarse conmigo, me ha pasado varias veces, y he aprendido y conocido tanto de esas personas que nos convertimos en “panitas” y es como si me trajese conmigo un pedazo de cada lugar que visito.

Vi un juego de béisbol que se llevaba a cabo en el estadio, entré a una cancha y unos niños jugaban al baloncesto, caminé por sus calles y tropecé con varios grupos de jóvenes que iban al liceo, hablé con la gente y descubrí personas maravillosas.

                         

Conocí a la señora María Rada quien hace un excelente trabajo limpiando las calles de Río Chico y conocí a la señora Rosa quien vende los casabes y naiboas que ella misma hace en Cúpira y que viaja todos los días para venderlos en una esquina de Río Chico. Conocí a Luisa quien trabaja como cantinera de la principal escuela del pueblo y me contó que es feliz con su trabajo.




                            
                                      'Saltaparriba' y Luisa
     
Señora Rosa y sus naiboas








Santuario





Caminé sus calles y conocí el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes y a la gruta que se esconde a un lado, conocí su alcaldía y su Plaza Bolívar, entré en una que otra tienda playera y hablé con sus vendedores. Me monté en una camioneta y me fui a pasear a sus canales, me sorprendió la arquitectura, para gente adinerada, sin dudarlo.

Me despedía de Río Chico y “Saltaparriba” me acompañó al terminal. Tuvimos que tomar una camioneta pues, estábamos lejos. Un muchacho pidió que lo bajaran por borracho, quizás lo era, no lo sé. Lo que sí sé es que en ese momento ese muchacho era un completo imbécil. Me sentí tan ofendido como si me lo hubiesen dicho a mí.

Llegamos al terminal, tomé el bus, me despedí de “Saltaparriba” quien nunca me dijo su nombre y me despedí de Río Chico, un pueblo que nunca olvido.


Canales de Río Chico








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