Ir al contenido principal

Sobre la búsqueda de mis orígenes

Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de  patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad

Mi primer viaje a Yapascua (Parte 1/2)


Esto sonará cliché ya en mis post, pero nuevamente volví a salir tarde de Caracas. Fue inevitable. Era sábado, me desperté, me provocó ir a la playa y en 2 horas organicé un viaje relámpago a la costa carabobeña. Fue una locura, lo sé. No siempre lo hago, pero me ocurre que mientras preparo un viaje con más antelación, el viaje no se me da por una u otra razón.

Arreglé la mochila en tiempo record. Salí a La Bandera y tomé el primer bus con dirección Valencia. El camino transcurrió sin novedad. Eran las tres de la tarde cuando tomé el autobús hasta Puerto Cabello y eran las cuatro de la tarde cuando en el terminal porteño tomé el bus a Patanemo. Me enamoran las carreteras que se trazan paralelas a la costa. Me disfruto la brisa marina y el ruido de las olas. La costa carabobeña me encantó. Cuando llegamos a Gañango, la carretera prácticamente se une con la playa y algunos bañistas saludan a quienes van en el bus.

Sigo manteniendo mi opinión con respecto a la cordialidad de los porteños. El señor que iba a mi lado me preguntó si iba a acampar y amablemente me explicó la ruta hasta Yapascua que inicia en la playa de Patanemo. Aproximadamente a las cuatro y media de la tarde llegué a Patanemo y me dispuse a caminar hasta la playa, ya que el bus no llegaba hasta allá y como suele suceder en el interior del país, el transporte es pésimo.

Cuando caminaba, un motorizado me ofreció la cola y, la verdad es que como no quería caminar, acepté. Me invadió la sensación del ¿Qué carajos estoy haciendo? A fin de cuentas vivo en uno de los países más inseguros del mundo. Se supone que no debo aceptar nada de nadie. Creo que a fin de cuentas viajar quiebra los temores y va creando lazos.

Llegué a la playa, pregunté por el camino de Yapascua y me respondieron “camine por ahí derechito, en el rincón de los pescadores es donde inicia” hice lo que me dijeron y afirmativamente llegué al inicio de todo. Justo después que se pasa el Río Patanemo, al fondo hay una casita de pescadores y varias lanchas que te pueden llevar en menos de 10 minutos a Yapascua; a la izquierda es donde inicia el camino. Al principio es un recorrido al borde de la costa bastante suave. Luego se va adentrando a la montaña y el camino se va haciendo más fuerte. No nos vamos a engañar, el camino es bastante exigente, sobre todo si llevas una gran mochila. Hay muchos trechos, muchos caminos, es bastante confuso si subes por primera vez.

El miedo se apoderó de mí mientras estuve perdido por media hora, sobre todo porque ya se acercaba la hora del ocaso y hubiese sido una pesadilla que me agarrase la oscuridad en la montaña. Hay como lagunas secas, semejantes a la laguna de la Bocaína, que parecen sacadas del cuadro La Naturaleza Muerta. Varias personas se han perdido también al igual que yo, puesto que las huellas en los humedales revelan pasos de ida y de vuelta, caminando en círculos.

Retrocedí un buen pedazo de lo que había caminado y me adentre hacia otro sendero por donde también había huellas y algo me decía que por allí sí era. Lo comprobé solo 40 minutos después cuando llegué a un punto alto desde donde se podía ver la ensenada. Fue ver la gloria. Ya eran las cinco y media de la tarde. Aún faltaba camino pero ya podía estar seguro de que iba en el sentido correcto.

A partir del punto anterior casi todo el camino es en descenso. Las canciones de Laura Guevara me acompañaron en el camino hasta que por fin llegue a la ensenada. Había bastantes campistas, un grupo numeroso de zulianos, de esos que se conocen apenas se ven, un grupo de Protección Civil y otro grupo de estudiantes de biología que el destino me llevaría a conocer más tarde en una parada de bus.

Armé mi carpa, fue menos tedioso de lo que imaginé. La brisa no pega tan fuerte en la ensenada. Ya la noche estaba cayendo y a lo lejos empezó a divisarse una enorme luna llena que parece perseguirme en mis viajes de playa. Dejé todo en la carpa, me cambié y me metí de una, sin esperar, a la ensenada. Es poca profunda quizás un metro en su punto más profundo. Me senté sólo a bañarme y a contemplar la luna. De vez en cuando podía ver algún destello azul. ¡Era el efecto de luminiscencia! Aunque realmente lo comprendí después.

La luna, aunque espectacular en todo el sentido de la palabra, intimidó el brillo de la luminiscencia y no se pudo apreciar en todo su esplendor. Después del baño leía sobre “El Misterio del Tren Azul”. Un grupo de personas hablaba frente a mi carpa sobre las constelaciones y sobre como ubicarse gracias a las estrellas. Varias fogatas se encendían y yo lo último que recuerdo de ese día es haberme quedado dormido mirando el Cinturón de Orión.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Proceso de Elaboración del Queso Guayanés

Datos históricos señalan que la elaboración de quesos en territorio venezolano comenzó en el siglo XV, cuando la actividad agropecuaria era la más importante en nuestro país. Muchos quesos pueden considerarse como ‘nacidos en Venezuela’ como el queso telita, de mano, de siquire, el de cartera, palmizulia, el guayanés y muchos otros. Un venezolano te conoce la diferencia entre un telita, uno de mano y el guayanés con solo probarlo, los quesos artesanales se hacen por todo el territorio nacional y estos son los más consumidos en la dieta del venezolano. Nada mejor que despertarse por la mañana y desayunar con una arepa rellena de queso guayanés, un poco de aguacate y un guayoyo de acompañante, inevitablemente el queso ya forma parte de la tradición venezolana. Para que el queso llegue a la mesa y acompañe a una arepa recién hecha tiene que pasar por distintos procesos biológicos y de cocción, además de que lleva consigo un arduo trabajo. Todo el proceso empieza en una finca

8° Mandamiento: Deben dejar de sentir compasión por los Tutsis.

En 1990, el medio de comunicación ruandés pro-genocidio llamado Kangura publicó lo que se conoció como "Los Diez Mandamientos Hutu", y dichos mandamientos fueron como ley divina para un pueblo profundamente devoto de la fe.  El desarrollo de la compasión es lo que nos caracteriza como seres humanos, y el octavo mandamiento llamaba a la cancelación de esta cualidad y emoción, lo que es igual a pedirle a seres humanos que dejen de ser humanos.  En todo conflicto, es fácil sentirse identificado con las víctimas y sentir compasión por ellas. ¿Saben que es lo difícil? Identificarse con los perpetradores de los hechos y sentir compasión por ellos.  Durante los primeros días en Ruanda mi mente inconscientemente intentaba identificar a las personas en la calle de acuerdo a su pertenencia a una etnia en específico. Me sentí muy culpable y avergonzado.  Quería saber quienes eran víctimas y quienes podían haber sido potenciales victimarios.  Cuando fui al Museo "Campaña contra el G

Narrativas nuestras: Érase una vez en Venezuela

Luego de haber visto Érase una Vez en Venezuela en cine, el film venezolano que va camino a los Oscars, me convertí en un embajador no oficial del film y de su mensaje.  La realidad venezolana se plasma en un film que cubre aproximadamente 5 años y que captura no sólo el devenir de la crisis política en Venezuela sino que también captura la profunda crisis social y humanitaria y la fuerte desfragmentación del tejido social que atraviesa mi país.  Luego de haber donado a la campaña de recolección de fondos que realizó el film con el ánimo de financiar su camino a los Oscars, me fue enviado el link para acceder a la película en línea como retribución a mi donación. Organicé una noche de películas para ver junto a seres queridos este film y seguir promoviendo que más personas lo vean, lo sientan suyo y lo compartan.  Mi hermana, justo a mi lado durante la proyección de la película, pronunció dos frases que se quedaron en mi cabeza durante todo el film y que me motivaron a escribir esta en