Estrechamente
relacionadas con la sexualidad y la fertilidad, las Venus de Tacarigua son una
serie de estatuillas femeninas de aproximadamente 18 cm de longitud y con rasgos
corporales muy marcados como el sexo, cadera, abdomen y glúteos. Fueron
elaboradas por los pueblos indígenas que habitaban el área del Lago de
Valencia, lugar donde fueron encontradas además de Los Roques.
La
abundancia con la que se han encontrado indica su importancia simbólica dentro
de la sociedad precolombina y, los lugares donde se han encontrado revelan unas
fantásticas travesías llenas de rituales mágicos. Cuando los alimentos
escaseaban en tierra firme, los indígenas valencianos se entregaban al Mar
Caribe con miedo, en búsqueda de los manjares del mar. A 135 Km de la costa
encontraron el paraíso en lo que hoy conocemos como el Archipiélago de Los
Roques.
Debían
pedir permiso a los Dioses del mar para poder tomar langostas, peces, cangrejos
y demás. Largos y mágicos rituales se realizaban donde las Venus eran parte importante.
Cuando los Dioses les daban permiso tomaban todo lo que querían y, regresaban a
tierra firme no sin antes otro ritual y arrojar al mar estatuillas en
agradecimiento y en petición de que las bestias del mar se calmaran para poder
llegar a salvo a la costa.
Estos
indígenas precolombinos volvían al paraíso cada año sobre una balsa o un bote
improvisado con lo único que les quedaba, para regresar con todo lo que
pudiesen. Los Roques era para ellos como el paraíso de riqueza inagotable y, en
agradecimiento, rituales se realizaban en sus cristalinas aguas y las Venus se
acumularon en su lecho marino.
Como
mochileros andantes, como patas calientes, curiosos, errantes, ávidos de
conocimiento, rebuscando lugares, husmeando historias, dejando huellas.
Dato Curioso: Estas estatuillas son el primer y único indicio de la
práctica de la deformación craneal en territorio venezolano. Con el surgimiento
de la estratificación social tenía que haber una manera de distinguirse del
resto e identificarse dentro de un estatus social. Cuando apenas se era un
bebe, y los huesos craneales eran aún maleables se aplicaba intencionalmente
una fuerza exterior para modificar el cráneo según la forma que se desease. Si
vendaban la cabeza con mucha fuerza por dos años el resultado sería un cráneo
redondo, si en cambio se colocaba presión con tablas de madera a los lados de
la cabeza, el resultado sería un cráneo alargado.
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