Resumen: La tarde del 11 de septiembre de
1973 marcó un antes y un después en la historia de Chile. Un Golpe de Estado se
venía preparando desde hace algún tiempo por las Fuerzas Armadas de ese país
sudamericano, y ese día se concretaría esta acción militar, dirigida por el
entonces Comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet, logrando así el
derrocamiento del Presidente socialista Salvador Allende.
A
partir de dicho Golpe de Estado y posterior al suicidio del Presidente Salvador
Allende, la junta militar golpista tomó el poder del gobierno, estableciendo de
esta forma una dictadura cívico militar, acabando así, con una de las
democracias más estables en Latinoamérica para ese momento (ACNUR, 2000) e
iniciando de esta manera una de las etapas de la historia de Chile, marcadas
por una fuerte represión y violación a los Derechos Humanos.
Según
el Informe de la Comisión Presidencial
Asesora para la Calificación de Detenidos, Desaparecidos, Ejecutados Políticos
y Víctimas de Prisión Política y Tortura (2011) “Más de mil cien
personas habían sido secuestradas por agentes del Estado durante la dictadura
(…) y en noviembre de 2004 se reconoció a 27.255 personas como víctimas de
prisión política y tortura durante la dictadura militar”
Una propuesta gubernamental del
expresidente chileno Ricardo Lagos citaba “No hay mañana sin ayer” y
actualmente, una Chile menos polarizada que durante la década de los 70’
recuerda con dolor esta dura etapa de su historia, con la esperanza de no tener
que volver a vivir una situación similar en el futuro.
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