Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabe...
Fue
en 2010 cuando visité Mucuchíes. La Iglesia de Piedra la encuentras en medio de
un camino que se bifurca. Puedo recordar
la humedad en las piedras, el humo que salía de una casa al fondo, una señora
que vendía el “calentaíto” y a unos campesinos que descansaban junto a su burro
de carga justo frente a la iglesia.
Es
sencilla, pero tiene esfuerzo. Es humilde, pero quien la construyó tenía
ingenio. Su constructor está enterrado aquí junto a su esposa. Este hombre era
un viajero, un visionario, un hijo ilustre de su tierra. La amaba, sí que la
amaba. Fue más de 50 años de amor. Ella era la gran mujer, que dicen, está
detrás de cada gran hombre.
La
devoción religiosa los unió aún más. Ambos construyeron el Patrimonio Nacional
de El Tisure. Ella hacía los hilos de lana, el los tejía y juntos creaban. Un
par de andinos que se querían. Él se fue primero, luego partió ella. Él no se
llamó Shah, ella menos Muntaz, su mausoleo no es de mármol, pero su historia de
amor es recordada en cada casa de Mucuchíes.
Son
visitados cada año por cientos de turistas que no saben quiénes fueron, no
importa, ellos nunca trabajaron para el reconocimiento público. En el Mausoleo
del Amor Venezolano descansan, Juan Sanchéz y Epifanía Gil.
Los Campesinos de la historia |
La casa de la historia |
Twitter: https://twitter.com/SoyLuisAlvarado
Instagram: https://www.instagram.com/soyluisalvarado/
Comentarios
Publicar un comentario