En abril de 1994 inició el proceso planificado de exterminio de la etnia Tutsi en Ruanda. En el período de tres meses 1 millón de almas fueron masacradas y desmembradas con machetes a lo largo y ancho de este país, esto equivale a la mitad de la población de Caracas. Dos tercios de la población de Ruanda fue desplazada, 2 millones de personas se refugiaron en países vecinos. Las mujeres y los niños fueron los principales objetivos del genocidio para evitar que otra generación de esta etnia volviese a emerger. El mundo observó desde lejos lo que ocurría y no hizo nada. Este es el hecho histórico que más verguenza genera en la comunidad internacional. ¿Cuanto odio es necesario para que esto ocurriera? Mucho. Este odio impulsado desde la prensa y fundamentado en divisiones coloniales y en rencores de la élite política fue el motor que movilizó el genocidio. En Ruanda, nadie entiende bien como sucedió, muchos aún hoy no pueden creer lo sucedido. Es un proceso social traumático que aún
Fue
en 2010 cuando visité Mucuchíes. La Iglesia de Piedra la encuentras en medio de
un camino que se bifurca. Puedo recordar
la humedad en las piedras, el humo que salía de una casa al fondo, una señora
que vendía el “calentaíto” y a unos campesinos que descansaban junto a su burro
de carga justo frente a la iglesia.

La
devoción religiosa los unió aún más. Ambos construyeron el Patrimonio Nacional
de El Tisure. Ella hacía los hilos de lana, el los tejía y juntos creaban. Un
par de andinos que se querían. Él se fue primero, luego partió ella. Él no se
llamó Shah, ella menos Muntaz, su mausoleo no es de mármol, pero su historia de
amor es recordada en cada casa de Mucuchíes.
Son
visitados cada año por cientos de turistas que no saben quiénes fueron, no
importa, ellos nunca trabajaron para el reconocimiento público. En el Mausoleo
del Amor Venezolano descansan, Juan Sanchéz y Epifanía Gil.
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