El
distanciamiento entre los países al Sur del río Bravo y los Estados Unidos de
América, mientras estos últimos estaban enfocados en Medio Oriente, pareciera
que ya está llegando a su fin durante el último año de la administración Obama.
A
principios del siglo XX los Estados Unidos de América gozaban de una amplia
aceptación y simpatía por parte de los pueblos de la América Latina. Después de
la Segunda Guerra Mundial las relaciones internacionales del hemisferio
recayeron sobre los hombros de la superpotencia y los lazos se afianzaron aún
más, sobretodo entendiendo el panorama internacional de la Guerra Fría que
llevó al intervencionismo por parte de la Nación norteña con la finalidad de
evitar que se sembrara la semilla comunista en el hemisferio.
El
título de Protector del Hemisferio no fue autoimpuesto, la América Latina le
delegó a los E.E.U.U. esa responsabilidad. A inicio de la década de 1980 cuando
se suscita la Guerra de las Malvinas al sur del continente entre Argentina y
Reino Unido se esperaba entonces un apoyo de los E.E.U.U. hacia Argentina pero
la balanza se equilibró a favor del Reino Unido y América Latina comenzó a
sentir que no estaba tan segura como pensaba.
América
Latina dio un giro hacia la izquierda e inició el distanciamiento. Sin embargo,
la izquierda latinoamericana se debilita cada vez más desde finales de 2014
cuando observamos liderazgos agotados y cuando el populismo –al que
acostumbraron a sus ciudadanos- empieza
ya a no ser tan rentable por una increíble perdida en los ingresos.
El
fin del kirchnerismo en Argentina y la reapertura comercial cubana son sólo
unas de las señales que indican que Latinoamérica, después de tanto tiempo, se
dirige hacia una nueva dirección. Hoy tenemos a un Evo sin derecho a la reelección,
una Dilma que se debilita cada vez más y que lucha por aumentar su popularidad y
la de su partido y un Maduro que tiene más del 70 % de desaprobación en su
gestión de gobierno.
Frente
a este panorama, Obama se niega a ser recordado únicamente por ser el primer
Presidente negro en la historia de los Estados Unidos y, la Casa Blanca está
intentando recuperar espacio en las relaciones aprovechando el contexto ante el
cual se presenta Latinoamérica.
Después
de casi 90 años, un presidente norteamericano visitará Cuba. A pesar de que no
se tiene una agenda oficial, se espera que temas como las libertades y los DDHH
en Cuba, además del futuro de la Base de Guantánamo estén dentro del debate
político. Los medios de comunicación jugaran un papel muy importante ante esta
visita en la que Obama se reunirá con grupos disidentes como las Damas de
Blanco, quienes han venido sufriendo más represión justo antes de la esperada
visita, como lo denunció su líder Berta Soler.
A
pesar de que el Asistente de Obama, Ben Rhodes ha afirmado que “la situación en
la isla no cambiará de la noche a la mañana, ni desaparecerán las divergencias
entre ambos países” son muchas las expectativas de los cubanos que aún
permanecen en la isla y abogan para que el Presidente Obama visite otras
provincias y se adentre más allá de las calles y edificaciones que el gobierno
cubano ha restaurado recientemente y de las zonas turísticas para que conozca
la verdadera realidad de Cuba.
Aunque
los medios internacionales han sobreexplotado la visita de Obama a Cuba, en
parte por la gran importancia histórica que representa, justo después Obama
viajará hasta Argentina para encontrarse con su recién electo homólogo Mauricio
Macri. El tema principal de su encuentro estará centrado en el control del narcotráfico
y la posibilidad de reactivar la colaboración con la DEA para cumplir dicho
objetivo. Tema clave entendiendo que un gran porcentaje de la droga que se
comercia a nivel mundial pasa por algún país de Sudamérica (Principalmente
Paraguay, Brasil, Bolivia, Colombia, Perú y Venezuela).
La
visita de Obama a Argentina no dejará de ser polémica y es que se espera que
Macri le pida a Obama desclasificar los documentos norteamericanos sobre la
dictadura denominada Proceso de Reorganización Nacional. Además, Obama quien
estará en Argentina para el día 24 de marzo –cuando se cumplen 40 años del
golpe militar de 1976- cabe la posibilidad de que visite la Escuela de Mecánica
de la Armada (ESMA) cuya edificación sirvió como uno de los más grandes centros
de retención y tortura durante la dictadura militar, teniendo entonces un
importante significado respecto a la reconciliación. También es probable que
durante su estadía deba lidiar con manifestaciones políticas y sociales en su
contra, por representar a la Nación que apoyó a la dictadura.
Sin
duda alguna, este retorno de la presencia del Jefe de la Casa Blanca en Latinoamérica
debilita aún más la fuerza de la izquierda en el hemisferio y favorece a
aquellos Estados que estén dispuestos a abrir sus relaciones con la primera
potencia mundial. Se deberá estar pendiente a lo que pasa en Estados Unidos el
próximo mes de Noviembre cuando se lleven a cabo las elecciones y se vislumbre
si el acercamiento hacia América Latina seguirá dando pasos hacia delante o si
por el contrario el aislamiento regirá la política exterior estadounidense con
relación a los países al sur del Río Bravo.
Twitter: @SoyLuisAlvarado
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