Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad
Escondido entre la niebla de las montañas, en lo alto, se
encuentra el pueblo de Los Aleros. Este parque fue inaugurado en 1984 por
Alexis Montilla. Pero, Los Aleros es mucho más que un parque, es viajar en el
tiempo y remontarnos a la época del General Gómez, es
vivir el ayer y observar por referencias como intentó plantarse el progreso a
pesar de la decadencia, pero también es vivir las historias de miedo que
encierran los pueblos merideños.
Sólo puedes llegar con los típicos autobuses
que te recogen en la carretera. El camino es empinado y verde, muy verde. Una
inmensa laguna te recibe y luego empiezas a sellar tu pasaporte al pasado. Es
una aventura ver quien se adentra primero al interior de las casas embrujadas,
sobre todo cuando escuchas todos los gritos que provienen del interior.
Si lo primero que haces es ir “en Búsqueda del Entierro” deberás pasar por
muchos obstáculos si es que quieres conseguir las morocotas.
Caminar por las calles de piedras, subir
escaleras, bajar por el tobogán, tomarte una foto con Juan Vicente Gómez y
escuchar la radio de antaño son solo algunas de las cosas disponibles para
hacer en Los Aleros.
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