Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec
Escondido entre la niebla de las montañas, en lo alto, se
encuentra el pueblo de Los Aleros. Este parque fue inaugurado en 1984 por
Alexis Montilla. Pero, Los Aleros es mucho más que un parque, es viajar en el
tiempo y remontarnos a la época del General Gómez, es
vivir el ayer y observar por referencias como intentó plantarse el progreso a
pesar de la decadencia, pero también es vivir las historias de miedo que
encierran los pueblos merideños.
Sólo puedes llegar con los típicos autobuses
que te recogen en la carretera. El camino es empinado y verde, muy verde. Una
inmensa laguna te recibe y luego empiezas a sellar tu pasaporte al pasado. Es
una aventura ver quien se adentra primero al interior de las casas embrujadas,
sobre todo cuando escuchas todos los gritos que provienen del interior.
Si lo primero que haces es ir “en Búsqueda del Entierro” deberás pasar por
muchos obstáculos si es que quieres conseguir las morocotas.
Caminar por las calles de piedras, subir
escaleras, bajar por el tobogán, tomarte una foto con Juan Vicente Gómez y
escuchar la radio de antaño son solo algunas de las cosas disponibles para
hacer en Los Aleros.
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