Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec
Si
los antiguos griegos pudiesen observar cómo funciona nuestro sistema
democrático actual dirían indudablemente que somos gobernados por una tiranía.
El surgimiento de la Democracia Representativa, el mal ejercicio por los
gobiernos que dicen practicarla y el alejamiento de los ciudadanos de la “vida
pública” ha hecho que la misma se debilite y se sigan planteando dudas sobre si
es o no la democracia el mejor sistema de gobierno.
El
debilitamiento de la democracia en América Latina durante las dos últimas
décadas ha hecho resucitar un fantasma dentro de la sociedad latinoamericana:
El regreso de gobiernos “mano dura”. El daño a la economía que produjo la
última crisis económica y los daños que siguen generando gobiernos populistas
de todo el hemisferio a sus economías locales también han contribuido a que ese
viejo fantasma salga a flote.
En
2002 ante la pregunta “Apoyarían a un
gobierno autoritario si resuelve problemas económicos” realizada en una
encuesta para el PNUD el 54,7% de la
población encuestada –en 18 países de América Latina- estaba de acuerdo.
Comentarios en Facebook evocan nostalgia sobre Marcos Pérez Jiménez olvidando los campos de concentración y la represión de la época. |
Las
dictaduras del Siglo XX siguen evocando nostalgia entre ciertos grupos de la
población por su estricta manera de manejar el erario público y el progreso que
lograron los países del Sur a cambio de violaciones a las libertades cívicas y
políticas.
"Por que no los mataron a todos en 1964?" reza un cartel durante una protesta en Brasil en relación a la persecución que sufrieron los comunistas durante la Dictadura Militar |
La
frase de Bolívar “Un pueblo ignorante es
un instrumento ciego de su propia destrucción” sigue estando vigente. El
pueblo latinoamericano tiene gran parte de la culpa de los daños políticos que
ha sufrido y que seguirá sufriendo hasta que no madure.
Hemos
entendido mal –y en ocasiones nos lo han hecho entender así- el concepto de lo
que es Democracia; concepto que rescata la Carta Democrática Interamericana
adoptada en 2001 por los pueblos de América y que exige de la Democracia mucho
más que votos.
La
Carta Democrática Interamericana les coloca el camino más difícil a gobiernos
autoritarios o con escasa práctica democrática que por varias décadas habían
usado la fachada de unas elecciones para vender una imagen democrática tanto a
sus ciudadanos como a la comunidad internacional.
El
respeto a los Derechos Humanos, el principio de división de Poderes y la
alternabilidad del Poder son solo algunas de las características con las que
debe contar una Democracia del Siglo XXI.
Una
Democracia debe contar también con una amplia participación de los ciudadanos,
a fin de cuenta eso es lo que es Democracia: “El Gobierno del Pueblo”. Pero
tenemos que estar muy mal como para que el propio pueblo decida renunciar al
poder que tiene dentro de una sociedad por un par de “beneficios”.
Una
cosa es decir que somos demócratas y la otra es ejercer la democracia, América
Latina necesita más demócratas practicantes que sepan que nuestra libertad es
innegociable porque ésta no tiene precio.
Twitter: @SoyLuisAlvarado
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