Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad
Desde
1819 ha estado las ansias de consolidar en el subcontinente americano una unión
de naciones para el fortalecimiento de la región, lamentablemente desde
entonces los intereses de estos Estados han estado en completa desarmonía,
porque al final, cada uno de éstos responde a sus necesidades que no las ven
satisfechas bajo cualquier unión que se plantee.
Ya
lo veía Simón Bolívar cuando redactó la Carta de Jamaica (1815), cuando expresa
que: “Es una idea grandiosa pretender
formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación (…). Ya que tiene un origen, una
lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un
solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas
no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos,
caracteres desemejantes dividen a América”.
No
ha variado mucho la situación desde entonces hasta hoy, sin embargo, nos hemos
forjado una idea de superioridad de nosotros mismos sobre el resto y nuestras
frustraciones comienzan cuando descubrimos que no somos capaces de sostener una
confederación de Estados que haga contrapeso a los Estados Unidos y cuando nos
damos cuenta de que no hemos podido alcanzar el éxito que ha logrado la Unión
Europea.
La
descripción que hace Kapuscinski sobre África es aplicable de igual forma a
Latinoamérica. Es imposible hablar de una sola América Latina, a pesar de que
comparten una historia, una lengua y unas costumbres, existen tantas Américas
Latinas como países la conforman; cada uno con sus particulares
características.
A
pesar de los esfuerzos que se han hecho, sobre todo durante las últimas 3 décadas,
por crear una comunidad de Estados hoy pareciera más que ayer que los mismos
esfuerzos terminaran fracasando debido a una aplastante realidad que golpea a
Latinoamérica. Es sin duda en la unión donde puede estar la fuerza de América
Latina, pero hasta que los Estados que conforman esta región no maduren
políticamente a lo interno, cualquier progreso será imperceptible a lo externo.
Comentarios
Publicar un comentario