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Simón dice: Recuerda

Cuando llegué a Caracas, desde mi pueblo original de residencia, en Septiembre de 2014, la Capital de Venezuela se encontraba recuperando de una jornada intensa de protestas que habían ocurrido a inicios de año. Para el momento en que llegué a Caracas reinaba una especie de normalidad, y posiciones encontradas sobre la justificación de las protestas. Para ese momento, algunos alimentos empezaron a escasear pero nadie imaginó lo que vendría luego.  Mi primera semana de clase en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela en Diciembre de ese año también fue un poco intensa. La universidad se preparaba para elecciones de representantes estudiantiles tanto a nivel federativo como a nivel de facultades y escuelas. Esa primera semana de clases, algunas clases se interrumpían cuando ingresaba algún candidato al salón con autorización del profesor de turno para darnos su discurso y motivar el voto a su favor. En el primer semestre de la carrera no entie

Un puente de esperanza sobre un río de lágrimas.

Te sumerges en un río de gente en busca de paz, de libertad y progreso, con la esperanza de ver mejorada tu calidad de vida y la de tu familia.


Río de gente saliendo de Venezuela, Puente Internacional Simón Bolívar. Foto propia.

Apenas estás frente a ella te abordan 10 hombres al mismo tiempo para ofrecerte ofertas en pasajes desde Cúcuta hasta Quito, Lima y Santiago. Otros 10 pretenden que contrates su servicio de carga para tu (s) maleta (s).

Mi cruce por la frontera colombo-venezolana fue menos grave de lo que imaginaba, pero sí mucho más emotivo para lo que hubiese podido estar preparado. No importa cuántos videos veas ni noticias leas, nunca se estará completamente preparado para afrontar cruzar dicha frontera y palpar en primera mano lo que es la peor crisis migratoria en la región en este momento.

Mi última vez en Cúcuta había sido en 2008, por entonces las cosas eran completamente distintas. Vi familias enteras, hombres solos, muchos jóvenes saliendo desesperadamente, niños haciendo preguntas a sus madres por sus padres. Vi también muchas lágrimas, quizá algunas salieron también de mis ojos, era inevitable.

A aquellos que se van, hoy los admiro más. Valoro su fortaleza y entereza. No es fácil, no es justo, no es humano, no lo merecemos.

No importa que se empeñen en hacernos ver que no tenemos salida, yo estoy seguro de que la hay. Cuando ocurra, deseo ver el mismo puente abarrotado en sentido contrario, de compatriotas regresando. Acá estaremos esperándolos con los brazos abiertos. La migración forzada a la que han sido sometidos no es su culpa.

Nuestro país, para su reconstrucción necesitará la ayuda de quienes quedamos acá y aquellos que por ahora están allá, en cualquier parte del mundo. De esta salimos, nos levantamos, aprendemos, reconstruimos y seguimos.


Luis Alvarado Bruzual.


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