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Sobre la búsqueda de mis orígenes

Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de  patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad

Temía detenerme y el mundo se detuvo para mí

Siempre he dicho que mi vida va muy rápido, todo lo he vivido en poco tiempo y a veces esa velocidad me asusta. 2020 arrancó con mucha fuerza en lo personal y en lo laboral para mí. Viví procesos emocionales muy fuertes y novedosos, cantidad de emociones y procesos. En lo laboral estuve logrando metas operativas y financieras los primeros dos meses del año y estuve sometido a altos niveles de estrés.

Había querido detenerme un momento, mi vida y mis proyectos pausarlos unos días mientras me permitía la oportunidad de respirar, reflexionar y continuar adelante. Sin embargo, esa pausa nunca llegó. Temía detenerme porque el que yo lo hiciese no significaba que todo afuera también lo hacía, es decir, si yo me detenía el mundo continuaría moviéndose y demandando de mí más movimiento, si yo me detenía en medio de todo ese movimiento corría el riesgo de ser desplazado e incluso reemplazado, algo que sentía que no podía permitirme.

Cuando las autoridades de Venezuela anunciaron la llegada de los primeros dos casos de COVID-19 al país, yo me encontraba en un evento internacional y en una de las semanas más activas social y laboralmente. Ya habíamos previsto en mi organización que el virus llegaría al país, sin embargo, nos tomó por sorpresa la rapidez con la que lo hizo. Fue así como una pandemia detuvo al mundo, y no tuve miedo a detenerme con él.

El primer fin de semana fue un poco intenso, leyendo noticias, reportes y demás mi cabeza estuvo a punto de explotar en tan solo dos días. Al tercer día tomé la decisión de que no me engancharía más con las noticias que inundan las redes sociales y cualquier portal que se visite en estos días, y que dedicaría estas próximas semanas a hacer precisamente lo que había querido hacer desde hace tiempo: Nada.

Lo primero que hice fue cambiar mi interpretación de todo lo que estaba pasando, porque cuando cambiamos la interpretación de cualquier suceso hacemos que cambie también el juicio que le damos a ese suceso en cuestión. Dejé de ver esta situación particular y extraordinaria como el fin del mundo y pasé a verla como el regalo perfecto que el universo me estaba dando para permitirme detenerme tal y como quería hacerlo desde hace tiempo.
Por supuesto he tomado las medidas necesarias para protegerme a mí y a los míos, por primera vez no tengo un plan sobre lo que voy a hacer ante esto, pero si tomé la decisión de que de esta cuarentena salimos sanos física y mentalmente, y desde que tomé esa decisión todo lo que hago está relacionado con ella.

Ahora mismo llevo 16 días sin salir de casa, todos los proyectos de la organización se han detenido, todos los eventos y conferencias a los que había sido invitado se han cancelado y las próximas semanas pienso dedicarlas para escribir más detenidamente en este blog, limpiar mi apartamento, leer libros que me han regalado y que tengo pendientes, ver netflix, cocinar y contactar con viejos amigos a los que no siempre tengo el tiempo para llamar. Eso es lo que he hecho las últimas dos semanas y lo mismo que planeo para las próximas por venir.

No sé cuánto durará esto, nadie lo sabe, pero de que salimos, salimos. Tomate este tiempo también para ti, detente, observa, valora y agradece las cosas pequeñas y lo privilegiados que somos. Lo más importante, mantente en casa.

Con cariño,

-Luis.

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