Recuerdo de mi primer voto, 6 de diciembre de 2015 |
Hace cinco años atrás, en la primera semana de diciembre, me desperté
con la sensación de que ese día haría algo importante por mi país. Por primera
vez iría a votar como ciudadano venezolano. Mi primer voto fue en las parlamentarias del 2015.
Voté a conciencia y movilicé a varios amigos para que hicieran lo mismo.
Luego fuimos a casa a esperar el resultado. En las calles había esperanza. La oposición
había ganado la mayoría de la Asamblea Nacional.
La historia es conocida. Distintos grupos de poder conspiraron para
torcer, con argucias legales, amenazas y tentaciones, la voluntad democrática y
conciliadora del venezolano. Comenzaron a eliminar diputados electos y a
construir instituciones paralelas que le fueran más cómodas al centro del
poder.
Desde aquel diciembre de 2015 han pasado muchas cosas: la presión
diplomática y la escasez de insumos básicos llegaron a su más alto nivel;
logramos ser el primer país en tener 2 Presidentes, 3 Asambleas Nacionales y 2
Tribunales Supremos de Justicia operando al mismo tiempo de forma paralela; la
Comunidad Internacional reconoció la existencia de una crisis humanitaria, y
mientras eso pasaba, 4 millones de venezolanos, principalmente jóvenes,
salieron de Venezuela, entre ellos mi hermano, mis primos, decenas de amigos,
vecinos y conocidos.
Desde 2015 no he vuelto a votar. No es algo de lo que me enorgullezca, porque
quiero votar en elecciones libres, creíbles, con candidatos de verdad, con
ideas y debates reales. Las últimas elecciones han sido poco confiables y
creíbles, tanto para los expertos nacionales como para los organismos
internacionales.
Venezuela quiere una solución pacífica. Los venezolanos estamos
exhaustos de los problemas creados por la polarización partidista y los
conflictos de dos bandos que parecen estar dispuestos a todo antes que ceder o
conciliar el poder.
Distintas Organizaciones Internacionales, Organismos
Intergubernamentales y cientos de Organizaciones No Gubernamentales se han
sumado a la presión ejercida con un
único mensaje al gobernante: debe cambiar, actuar y permitir que el Pueblo
venezolano reencuentre la estabilidad, el crecimiento económico y el bienestar
a través de una solución política que conduzca a una democracia real.
Venezuela ya ha pagado con
lágrimas, sangre, exilios, migraciones y miles de muertes silenciosas de niños,
ancianos y madres en trabajo de parto, el apego al poder y los privilegios
económicos por parte de quiénes lo detentan.
Aunque los próximos comicios no hacen sino profundizar los problemas del
país, es hora de abrir otro camino: Un camino para la paz y la reconciliación
que permita el retorno de la prosperidad y la confianza en las instituciones.
Este mensaje es un llamado a la conciliación y la sensatez. Por favor,
no insistan en este tipo de artificios electorales, que amenazan con crear más
conflicto y agravar la situación ya de por sí compleja. Venezuela quiere
confiar, votar en unas elecciones libres y justas y prosperar.
Por favor, queremos vivir y creer. Avancemos en la solución de este
conflicto y superemos este proceso nacional. Se los pide un joven que ha
despedido en aeropuertos, terminales y cementerios a familiares y amigos. Paren. Me quiero quedar aquí.
- Luis Alvarado Bruzual
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