Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad
Usualmente los activistas sociales estamos expuestos a entornos de trabajo adversos y trabajamos enfocados en desmontar problemas estructurales que terminan generando estrés y ansiedad. Desde el año 2019 me permití adoptar el enfoque de prácticas de autocuidado a mi vida, y promoverlo también en mi equipo de trabajo y en los beneficiarios del programas que dirijo.
Las prácticas de autocuidado son vitales para la sostenibilidad en el largo plazo de todo movimiento y/o organización emergente y desarrollada y de todo activista.
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