Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec
Usualmente los activistas sociales estamos expuestos a entornos de trabajo adversos y trabajamos enfocados en desmontar problemas estructurales que terminan generando estrés y ansiedad. Desde el año 2019 me permití adoptar el enfoque de prácticas de autocuidado a mi vida, y promoverlo también en mi equipo de trabajo y en los beneficiarios del programas que dirijo.
Las prácticas de autocuidado son vitales para la sostenibilidad en el largo plazo de todo movimiento y/o organización emergente y desarrollada y de todo activista.
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