Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos. A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Ad
En contextos de conflicto, los jóvenes somos los más afectados: ceses educativos, la carne de cañón, reclutamiento de grupos irregulares, forzados a dejar nuestra tierra.
La Resolución 2250 reconoce nuestro rol en la prevención de conflictos, en la construcción y sostenimiento de la paz en el mundo, ahora es necesario avanzar en acciones concretas para asegurar el cumplimiento de la agenda.
En 2020 diversos jóvenes constructores de paz de Venezuela y Colombia en alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) impulsaron la agenda de Juventud, Paz y Seguridad en estos países.
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