Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec
En contextos de conflicto, los jóvenes somos los más afectados: ceses educativos, la carne de cañón, reclutamiento de grupos irregulares, forzados a dejar nuestra tierra.
La Resolución 2250 reconoce nuestro rol en la prevención de conflictos, en la construcción y sostenimiento de la paz en el mundo, ahora es necesario avanzar en acciones concretas para asegurar el cumplimiento de la agenda.
En 2020 diversos jóvenes constructores de paz de Venezuela y Colombia en alianza con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) impulsaron la agenda de Juventud, Paz y Seguridad en estos países.
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