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¿Cómo se viven los tiempos de cambio en un país con inestabilidad política y social?

Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones.  Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”.  Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabeza aparec

No estamos mal por la pandemia, estábamos mal desde mucho antes.




 La humanidad iba en un tren a toda velocidad hacia un espejismo al que le teníamos varios nombres. “Desarrollo”, “avance”, o “crecimiento”. Hasta que una enfermedad llamada “SARS CoV-2” ocasionó una pandemia. Ese ritmo acelerado que manteníamos antes se detuvo, y en su lugar nos dio la oportunidad de parar para repensar varias cosas.


La realidad es que la pandemia llegó para poner un resaltador en las fallas de la humanidad. Para decir “esto estaba mal, por eso ahora está peor”. Resaltó las desigualdades, las injusticias, la inequidad, el déficit de los sistemas de salud y el extraño orden de nuestras prioridades. El trabajo y la productividad eran más importantes que el bienestar y la salud (mental y física). No estamos mal por la pandemia, estábamos mal desde mucho antes. Estábamos muy ocupados viviendo en una burbuja que ya no existe: Somos humanos, y somos vulnerables.


Hoy encontramos a una sociedad distinta. Descubrimos que nuestros esfuerzos estaban en tratar situaciones y crisis que siempre serán solo eso, espacios temporales: No estábamos trabajando para atender las causas del problema, trabajábamos para atender las consecuencias. Es nuestra responsabilidad cambiar, replantear y evolucionar, para así poder responder a los problemas estructurales y transformar el sistema.


Ahora, ¿qué hacemos para poner el tren en marcha hacia lo que de verdad queremos ser como humanidad?


Debe haber un cambio en la forma en la que hacemos nuestras acciones, trabajamos e invertimos nuestros recursos. Como jóvenes el futuro postpandémico nos pertenece más que a nadie. Debemos descubrir qué tipo de mundo queremos construir para generar una recuperación real posterior al Covid-19, dirigida a atender las raíces de los problemas que nos aquejan.

Es importante visibilizar los esfuerzos de aquellos jóvenes y Organizaciones No Gubernamentales que se han puesto en la primera línea de la pandemia, y que lo están en la reconstrucción de nuestro futuro luego de todo esto.

La Oficina del Secretariado General para la Juventud exploró algunas de las cosas que los jóvenes pueden hacer en respuesta al Covid-19:


1. Seguir las recomendaciones de bioseguridad de la Organización Mu


3. Ser voluntario en tu comunidad apoyando a familiar y vecinos (u Organizaciones No Gubernamentales de tu ciudad)

4. Realizar alguna donación en centros de salud, ropa o a través de Go Found Me

5. Seguir formándote y trabajando por tus metas y objetivos

6. Si puedes hacerlo, vacunarte. Es sumamente importante para seguir adelante frente al Covid-19

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