Cuando llegué a Caracas, desde mi pueblo original de residencia, en Septiembre de 2014, la Capital de Venezuela se encontraba recuperando de una jornada intensa de protestas que habían ocurrido a inicios de año. Para el momento en que llegué a Caracas reinaba una especie de normalidad, y posiciones encontradas sobre la justificación de las protestas. Para ese momento, algunos alimentos empezaron a escasear pero nadie imaginó lo que vendría luego. Mi primera semana de clase en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela en Diciembre de ese año también fue un poco intensa. La universidad se preparaba para elecciones de representantes estudiantiles tanto a nivel federativo como a nivel de facultades y escuelas. Esa primera semana de clases, algunas clases se interrumpían cuando ingresaba algún candidato al salón con autorización del profesor de turno para darnos su discurso y motivar el voto a su favor. En el primer semestre de la carrera no entie
Me tomó 10 años reconocer que era sobreviviente de abuso sexual, otros 10 años trabajando conscientemente a través de distintas terapias, y 20 años me tomó poder hablarlo con mis padres.
Ya he llorado todas las lágrimas contenidas en mi linaje por todas las historias invisibilizadas y minimizadas, todos los que vivieron antes que yo también lloraron conmigo en ese momento en el que empezaba nuestro camino a la liberación y sanación.
Recibí todo el amor que mis antecesores habrían querido recibir y hoy me siento bien.
Cuento mi historia para honrar a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobrevivientes de abuso, en cualquiera de sus formas, y para traer luz a todas las historias sin contar y a los traumas generacionales sin sanar.
No se cual puede ser la solución para hacer que esto pare, pero estoy seguro que el silencio no es una opción.
Ya he llorado todas las lágrimas contenidas en mi linaje por todas las historias invisibilizadas y minimizadas, todos los que vivieron antes que yo también lloraron conmigo en ese momento en el que empezaba nuestro camino a la liberación y sanación.
Recibí todo el amor que mis antecesores habrían querido recibir y hoy me siento bien.
Cuento mi historia para honrar a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobrevivientes de abuso, en cualquiera de sus formas, y para traer luz a todas las historias sin contar y a los traumas generacionales sin sanar.
No se cual puede ser la solución para hacer que esto pare, pero estoy seguro que el silencio no es una opción.
- Luis Alvarado Bruzual
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