En 1990, el medio de comunicación ruandés pro-genocidio llamado Kangura publicó lo que se conoció como "Los Diez Mandamientos Hutu", y dichos mandamientos fueron como ley divina para un pueblo profundamente devoto de la fe. El desarrollo de la compasión es lo que nos caracteriza como seres humanos, y el octavo mandamiento llamaba a la cancelación de esta cualidad y emoción, lo que es igual a pedirle a seres humanos que dejen de ser humanos. En todo conflicto, es fácil sentirse identificado con las víctimas y sentir compasión por ellas. ¿Saben que es lo difícil? Identificarse con los perpetradores de los hechos y sentir compasión por ellos. Durante los primeros días en Ruanda mi mente inconscientemente intentaba identificar a las personas en la calle de acuerdo a su pertenencia a una etnia en específico. Me sentí muy culpable y avergonzado. Quería saber quienes eran víctimas y quienes podían haber sido potenciales victimarios. Cuando fui al Museo "Campaña contra el G
Me tomó 10 años reconocer que era sobreviviente de abuso sexual, otros 10 años trabajando conscientemente a través de distintas terapias, y 20 años me tomó poder hablarlo con mis padres.
Ya he llorado todas las lágrimas contenidas en mi linaje por todas las historias invisibilizadas y minimizadas, todos los que vivieron antes que yo también lloraron conmigo en ese momento en el que empezaba nuestro camino a la liberación y sanación.
Recibí todo el amor que mis antecesores habrían querido recibir y hoy me siento bien.
Cuento mi historia para honrar a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobrevivientes de abuso, en cualquiera de sus formas, y para traer luz a todas las historias sin contar y a los traumas generacionales sin sanar.
No se cual puede ser la solución para hacer que esto pare, pero estoy seguro que el silencio no es una opción.
Ya he llorado todas las lágrimas contenidas en mi linaje por todas las historias invisibilizadas y minimizadas, todos los que vivieron antes que yo también lloraron conmigo en ese momento en el que empezaba nuestro camino a la liberación y sanación.
Recibí todo el amor que mis antecesores habrían querido recibir y hoy me siento bien.
Cuento mi historia para honrar a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobrevivientes de abuso, en cualquiera de sus formas, y para traer luz a todas las historias sin contar y a los traumas generacionales sin sanar.
No se cual puede ser la solución para hacer que esto pare, pero estoy seguro que el silencio no es una opción.
- Luis Alvarado Bruzual
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