En abril de 1994 inició el proceso planificado de exterminio de la etnia Tutsi en Ruanda. En el período de tres meses 1 millón de almas fueron masacradas y desmembradas con machetes a lo largo y ancho de este país, esto equivale a la mitad de la población de Caracas. Dos tercios de la población de Ruanda fue desplazada, 2 millones de personas se refugiaron en países vecinos. Las mujeres y los niños fueron los principales objetivos del genocidio para evitar que otra generación de esta etnia volviese a emerger. El mundo observó desde lejos lo que ocurría y no hizo nada. Este es el hecho histórico que más verguenza genera en la comunidad internacional. ¿Cuanto odio es necesario para que esto ocurriera? Mucho. Este odio impulsado desde la prensa y fundamentado en divisiones coloniales y en rencores de la élite política fue el motor que movilizó el genocidio. En Ruanda, nadie entiende bien como sucedió, muchos aún hoy no pueden creer lo sucedido. Es un proceso social traumático que aún
Sobrevolaba el Lago Victoria en mi camino a Kigali, Ruanda desde Nairobi Kenia, cuando de pronto no pude contener mis lágrimas, en ese preciso momento supe que este sería un viaje transformador, y que sólo debía dejarme guiar y permitirme sentir.
Tomé un par de cervezas en el avión para celebrar ese momento. Luego de 3 días de viaje estaba llegando a mi destino y poder ver desde los cielos el Lago Victoria es una gran recompensa, es majestuoso, enorme, lleno de varios islotes, y aguas de distintos azules.
Vine a Rwanda para aprender sobre procesos locales de construcción de paz y aprender sobre procesos de perdón y reconciliación nacional. Me sorprende una ciudad muy verde, limpia y unas personas pausadas, nobles, delicadas, calmadas.
Hago un gran esfuerzo para que mis expectativas y la información (y desinformación) que manejo no afecte mi interpretación del viaje y de este maravilloso país. Me abro a permitirme sentir cada momento del viaje y a entender y respetar con humildad un proceso que aunque no es mío, este país está dispuesto a mostrarme.
Me siento privilegiado, agradecido y feliz de estar acá. Siento el poder de esta región del mundo. Somos uno.
Luis Alvarado Bruzual
Kigali, Rwanda
Mayo 3, 2022
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