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El Saladillo: Color y Más Color.


El Saladillo es un sector popular de Maracaibo, símbolo regio de la zulianidad. Sus calles y sus casas son una auténtica mezcla de sentimientos y tradiciones. Unos colores vibrantes que se le mete a uno las venas y nunca se le sale del pensamiento. Estas calles han sido fuente de inspiración para numerosos poetas y gaiteros.

Su gente está muy conectada con la Virgen de la Chiquinquirá. Fue una de sus habitantes, María Cárdenas, quien se encontró –mientras lavaba en el Lago- una tablita que mostraba lo que parecía ser una imagen religiosa a la que no le tomó importancia hasta que los milagros comenzaron a suceder y, fue así como en El Saladillo comenzó la devoción hacia la Chinita.


Este sector data del siglo XVIII y sus casas fueron construidas de tal manera que aguantaran el inclemente sol que hace en estas tierras sin que sus propietarios se achicharraran por el calor en el interior de estas. Construidas frente al lago –en su costa occidental- con calles que conducen los vientos hasta el interior de las casas que se enfría mientras transita por los zaguanes. Estas casas cuentan con un jardín central con fuentes de agua que retienen el calor y con muchas plantas verdes que refrescan el interior y llevan el frescor a las habitaciones.  

Los colores tan llamativos de las fachadas de las casas son a causa de que cuando este sector se consolidó las calles eran de tierra y, como las aceras son muy estrechas las fachadas están casi directamente sobre la calle. Pintarlas de blanco o colores claros era una completa molestia porque la tierra terminaba dándole color a las paredes.  

Anteriormente El Saladillo eran muchas más calles de lo que son hoy. En 1970 El entonces Presidente Rafael Caldera ordenó la demolición de muchas de estas casas con la promesa de modernizar la infraestructura y la ampliación de las calles, pero nada de eso llegó. La demolición se llevó construcciones importantes como la casa de María Cárdenas y centros culturales.

Hoy por hoy, cuando la mayoría de las personas han perdido –en parte- el interés por lugares históricos y culturales, El Saladillo espera allí, silencioso, esperando que se sigan cantando sus gaitas y se sigan escribiendo sus historias. Mientras tanto, sus calles llenas de basura –como todo Maracaibo- a causa de la inconsciencia colectiva que nos autodestruye.





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